Erase una vez una niña buena llamada Teresa, era obediente, responsable, ayudaba a su madre en casa... Y Luisita, su hermana gemela, era mala, se acostaba tarde, se levantaba de mal humor, no hacia los deberes, siempre contestaba a la madre y a sus abuelos...
Un día, la madre le dijo a Luisita que fuera a llevar la comida a su padre que estaba trabajando lejos, en el campo, y le contestó: - ¡No quiero, no me da la gana, que vaya Teresa!, y entonces Teresa contestó: - Mamá yo voy. Cogió la cesta y comenzó su camino, al pasar un puente no sabía qué camino tomar y preguntó a una señora con un niño.
-¿Señora, qué camino tengo que tomar?,.
– ¿Me das un poco de pan para mi niño, que tiene hambre? Preguntó la señora.
– Sí, por supuesto, coja lo que quiera.
- ¿Cómo te llamas? –Preguntó la señora.
-Un poco más adelante hay dos caminos, coge el de la derecha y más adelante hay dos puertas, una blanca y otra negra, llamas en la blanca. Teresa se fue muy contenta, por el camino fue cogiendo rosas, y caminando sobre los pétalos de esas flores tan maravillosas. Cuando llegó, llamó a la puerta blanca y le abrió una niña muy guapa con un vestido blanco y con un pelo rubio precioso. La niña muy educada preguntó
- ¿Está aquí mi padre?
– Sí, pasa.
Cuando entró le dieron de cenar, y luego le ofreció quedarse a dormir y le dijo:
- ¿En qué cama quieres dormir, en la de claveles, en la de margaritas, en la de rosas o en la de hortensias?
– Pues… en la de margaritas, ya que me encanta su olor.
Cuando se levantó le trajeron el desayuno a la cama y cuando estaba a punto de marcharse le metieron en la cesta juguetes y golosinas. Por la mañana llegó a su casa y contó todo a la madre y a su hermana Luisita, su hermana se murió de envidia así que dijo:
- Mamá, mañana yo llevaré la comida papi.
A la mañana siguiente Luisita se levanto con muchas ganas y echó a andar. Al pasar un puente, no sabía qué camino tomar y preguntó a una señora con un niño:
- ¡Eh tú!, ¿Qué camino tengo que tomar?
-¿Me das un poco de pan para mi niño, que tiene hambre? Le pidió la señora con una voz muy dulce.
-¡Que coma cantos del río!, contestó Luisita muy grosera.
-¿Cómo te llamas?
- A ti que te importa! respondió Luisita.
Después de haber escuchado a la niña la señora le explicó:
- Un poco más adelante hay dos caminos, coge el de la izquierda y más adelante hay dos puertas, una blanca y otra negra, llamas en la negra. Luisita vio el camino lleno de espinas, cuando comenzó a caminar se pinchaba y cada vez que se quitaba las espinas se clavaba aún más, pero ya no podía volverse atrás. Cuando llegó llamó a la puerta negra y le abrió un ogro con un enorme tenedor,
-¿Esta aquí mi padre?
–Sí, pasa.
– Tengo hambre, dijo Luisita.
–No, aquí no damos de comer a nadie, y menos a niñas como tú.
– Tengo sueño…
- Ven sígueme, ¿donde quieres dormir?, en la cama de alambres, en la de clavos, en la de pinchos o en la de espinas.
– En la de alambres, contestó Luisita muy triste.
Pasó una noche espantosa, se clavaba todos los pinchos del alambre en la espalda, las piernas y la cabeza, estaba sangrando. Por la mañana se levantó y cuando estaba a punto de irse le preguntó al ogro,
- ¿A mí no me vas a dar juguetes y golosinas?
- ¡Pero,…tú, niña, qué te has creído quién soy yo!
La niña se fue llorando y con heridas. Cuando llegó a su casa la madre le preguntó:
-¿Pero que te ha pasado hija?
–Es que me encontré con una señora y me dijo que cogiese el camino de la izquierda y tenía clavos y… La niña explicó todo lo ocurrido. Cuando su hermana Teresa se enteró le dijo, que eso le había pasado por ser mala. Entonces la niña decidió no volver a ser mala. Desde aquel entonces Luisita hacía todo lo que le mandaban, no contestaba, iba a tirar la basura…
Alejandra, 6ºA
Blog del Tercer Ciclo del Ceip. Buenaventura González de Bezana. Cantabria.
jueves, 12 de noviembre de 2009
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