En la noche de luna llena del 24 de junio en un bosque encantado un grupo de niños nos adentramos en las profundidades del bosque. Por delante iba yo, Javier, el más mayor de todos, después iba mi prima Ángela y después al final sus dos hermanos pequeños Mateo y Pablo. Los cuatro llevábamos linterna. Al principio de la noche se podía ver algo sin linterna pero después ya era de noche cerrada. Al principio nos asustamos un poco por el ruido del bosque pero después ya nos acostumbramos, pero a Mateo y a Pablo les costó un poco más. Nos fuimos encontrando muchos obstáculos como grandes charcos de barro, piedras muy altas que nos impedían pasar etc. Llevábamos un mapa para no perdernos pero lo perdimos en un gran charco de barro y nosotros también nos perdimos en la inmensidad del bosque. -Teníamos que estar en casa a las 22:00-. Dijo Javier; y -son las 23:36-, dijo Ángela. Anduvimos un poco más y nos encontramos con una especie de cueva o refugio; todos teníamos mucho frío y mucho sueño, entonces nos quedamos a dormir. A la mañana siguiente nos encontramos con que estábamos rodeados de brujas con verrugas, gorros altos y escobas. Todas estaban como pronunciando un conjuro para maldecirnos pero no era para eso sino que era para transportando a otro lugar desconocido. Ese lugar desconocido era el mundo de las brujas, el peor sitio que se puedo conocer. Era horripilante, tenía telas arañas por todos los sitios; ese mundo tenía de todo: un cementerio, un lugar para decir conjuros, hasta una piscina de sangre de murciélago. Nos llevaron a todos a una cárcel y allí nos tuvieron prisioneros. Yo pensé una trampa. Las brujas nunca se duchan, así que si cogemos todas las botellas de agua que llevamos y se la tiramos a las cinco brujas puede ser una manera de derrotarlas. Ángela probó con una bruja que estaba separada de las demás, le echó dos gotas y funcionó. Un poco más tarde cuando ya nos sacaban para llevarnos con el brujo nosotros empezamos a rociarles. Cuando estaban todas las brujas derrotadas salimos del mundo de las brujas y entramos otra vez en el bosque. Cuando salimos estaba toda la policía del pueblo buscándonos pero a los que primero vimos fue a nuestros padres.
Luis, 6ºB
Blog del Tercer Ciclo del Ceip. Buenaventura González de Bezana. Cantabria.
miércoles, 11 de noviembre de 2009
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