Blog del Tercer Ciclo del Ceip. Buenaventura González de Bezana. Cantabria.
miércoles, 11 de noviembre de 2009
La careta y el disfraz viejo
El 1 de noviembre, pasada la noche de los difuntos, Roberto, un niño de 5 años, estaba viendo la televisión cuando de pronto se fue la luz. Roberto muy asustado le gritó a su madre.
- ¿Qué pasa mamá? Tengo miedo.
- No te preocupes hijo, sólo se ha ido la luz.
Rosa, la madre del pequeño Roberto, fue a subir los plomos cuando de pronto se escuchó un murmullo de dentro de un viejo armario, como si alguien les estuviera llamando en voz temblorosa, Roberto se armó de valor y fue a ver qué había dentro del armario, abrió la puerta y vio que no había nada más que una careta y un disfraz viejo colgado de una oxidada percha. Roberto le dijo a su madre que dentro del viejo armario no había nada que pudiera hablar, la madre se quedó de piedra. De repente sonó el teléfono y se encendieron las luces; era el padre de Roberto para decirles que no llegaba para cenar que tenía mucho trabajo. Rosa estaba pálida como si hubiera visto un fantasma mientras que Roberto sólo estaba asustado porque se había ido la luz.
Al día siguiente a Roberto se le había casi olvidado la noche anterior, pero su madre estaba totalmente asustada. Estaban desayunado Rosa y él solos porque su padre ya se había ido a trabajar. Estaban en silencio hasta que Roberto dijo:
- ¡Cuánto trabaja papá!
- Sí, Roberto, tu padre trabaja demasiado para el sueldo que gana.
Alguien llamó a la puerta, Rosa se levantó a abrir. En la puerta no había nadie pero había una goma y al lado una nota que ponía "Esta goma es para la careta que creo que no tiene ¡ja ja ja!" Rosa tiró la nota al suelo arrugándola y cerró la puerta de un portazo, llamó a Roberto y le gritó:
- Haz las maletas que nos vamos al pueblo de la montaña, con tu abuela Maria Eugenia.
- Pero mamá ¿qué pasa?
- Te lo cuento por el camino y llama a tu padre para decírselo.
Dijo la madre recogiendo la ropa.
Al llegar a la casa de la abuela, Maria Eugenia se sorprendió de que llegaran así sin llamar, no tuvo otro remedio que decirles que se podían quedar.
A las 12 de la noche sonaron las campanas de la iglesia que está en lo alto de la montaña. El día de la magosta Roberto salió a jugar al campo, un señor con un gorro y un traje de campesino le dijo que en la iglesia de la montaña que había un robot de juguete y a Roberto le encantan los robots, entonces subió corriendo a la iglesia, allí estaba el señor del gorro y el traje campesino. Roberto se asustó, el señor le dijo:
- No te voy a hacer daño, sólo quiero la careta y el disfraz de vuestro armario.
Entonces llego Rosa y le dijo que sí, que se lo regalaban pero que les dejara en paz, dijo Rosa apartando a su hijo. El señor desapareció, Rosa y Roberto bajaron al pueblo corriendo, para llegar a casa donde les esperaba su abuela con un vaso de leche con castañas recién hechas ya que era el día de la magosta.
Alejandro Gállego Villar, 6ºB.
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